a un puñado de días con mi hija María Elena...
Sucede a veces y tuve esa sensación después, que uno camina descalzo por la vida, que la sientes bajo tus pies y a tus pies, y que esa fuente de alivio no se agota y a borbotones te alborota, que las horas se hacen cortas y los días eternos, y que aún no acabó ese invierno de treinta días ni ese recreo de placer, que ese orgasmo remueve tus vísceras y que nada importa, que podrías escribir mil idioteces en solfa, saltar sin levantar un palmo, y hasta escuchar la música bailando que en mí ya es decir, y caer rendido un día más abrazado a ella.
Sucede a veces y tuve esa sensación después, que en nuestro viaje derramamos lágrimas de dicha que hoy navegan, por el Lago Ness