Me queda jugar contigo, y aún no apareces,
escribir mil veces que aún no he partido,
me quedan las palabras, apagar las voces,
encender la esperanza, me queda entender
los silencios, cruzar a la otra orilla, me queda,
el saber que mis razones se quedaron perdidas,
me quedan las carreteras, las líneas torcidas,
y las gentes que me encuentre, me queda el alivio,
mi sombrero y mi cepillo, mi equipaje descolorido,
llorar, me queda la ilusión de probar, y también
el olvido, las luces y las sombras, me quedan menos
enemigos, y mi guitarra medio rota, me quedan los
abrazos, mis canciones, los milagros, otra realidad,
me queda no cantarle a la primavera, descansar,
me queda volver a empezar.
Nacido en Madrid (España) en el año 1953, con historias por vivir y contar, otras por leer, escuchar y aprender, en mi, a menudo la ilusión prolonga el sentido del paso del tiempo, lo retrasa y dilata para que goce aún más de él, un equilibrio éste difícil de alcanzar, y que no me resigno a dejar de intentarlo, día tras día.
jueves, 13 de octubre de 2011
lunes, 3 de octubre de 2011
Cercana lejanía
Desde la distancia que me deja,
crear mis tiempos.
Desde la cercana lejanía,
de un hasta luego.
Desde la paz del silencio, que no
para de cantar.
Desde la quietud de sentirme,
nada frente al mar.
Desde el ahora, ayer vacío
y hoy presente.
Desde este grito, de quien
gritar no puede.
Desde esas ganas de amar
que hoy me encuentran.
Desde esa perdida deriva,
que me lleva.
Desde el paseo en las tardes,
por una alfombra de arena.
Desde este lunes para martes,
que me dejó estas prendas.
Desde el infinito y el horizonte,
que a veces se funden.
Desde el placer por entender,
la línea que los une.
Desde esta orilla inmensa, que
enmudece las penas.
Desde la casa en que nacieron,
los siete versos de este poema.
crear mis tiempos.
Desde la cercana lejanía,
de un hasta luego.
Desde la paz del silencio, que no
para de cantar.
Desde la quietud de sentirme,
nada frente al mar.
Desde el ahora, ayer vacío
y hoy presente.
Desde este grito, de quien
gritar no puede.
Desde esas ganas de amar
que hoy me encuentran.
Desde esa perdida deriva,
que me lleva.
Desde el paseo en las tardes,
por una alfombra de arena.
Desde este lunes para martes,
que me dejó estas prendas.
Desde el infinito y el horizonte,
que a veces se funden.
Desde el placer por entender,
la línea que los une.
Desde esta orilla inmensa, que
enmudece las penas.
Desde la casa en que nacieron,
los siete versos de este poema.
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